Saúl Calderón Alvarado A01212836
Carta de un adulto a un niño
Historias sin fin, odiseas de las personas que no tienen comienzo ni fin y sin embargo lo único que quieren hacer es ser. Y esta es mi historia y aunque no lo creas no es como las que mencione, es una común y corriente vida de ser humano sin contrastes siempre viviendo de acuerdo a los demás siempre pensando en los otros.
Y porque escribo esto porque tal vez una vida mediocre, vacía y rutinaria no es lo que yo quería. Como recuerdo lo que me decía mi padre acerca de cómo comportarse, ser honesto con los demás era y posiblemente es mi única meta entender que es ser honesto.
Y me lo propuse pero como a cualquiera sufrí la confrontación con la realidad y lo único que haya fueron muros y abismos entre las personas. Y me pregunte como saber lo que es honesto si no había con quien hablar y oí hablar de la libertad.
Recuerdo el día en que hable con mi padre de la libertad y el me dijo que tal cosa no existía porque nadie era realmente libre. Esa y otras desilusiones me predispusieron a no confiar en los ideales, en las palabras, a querer entender a las personas por sus intenciones y no por lo que eran.
Y sin embargo lo único que escapaba a mi visión del mundo era las palabras que proferían los niños con respecto a la vida y pensaba en como mi mundo de repente cambio.
Me enamore, me case, me separe, me volví a casar, trabaje, me despidieron, me divorcie de nuevo y finalmente me casé con tu madre y conseguí un trabajo como ingeniero y finalmente naciste tú.
Repetiría lo que hizo mi padre conmigo, te enseñaría el mundo, te dejaría seguir tu camino o te guiaría hacia lo que yo no pude ser. Te transmitiría mis ideas, valores, prejuicios y todo lo que me hace ser yo y trataría de que tu hicieras lo que yo no hice.
Pero es acaso que yo no veía que tú tal vez tuvieras el coraje de hacer lo que te gusta o te amoldarías a lo que los otros quisieran. Qué hacer con tu futuro que yo creía era mío, dejarte elegir o hacerte seguir un camino que a tu madre y a mí nos era agradable.
Y decidí dejarte ser tú y no lo que los demás quieran de ti, dejarte que participes en la vida, dejarte ser libre de elección pero con un compromiso serte fiel no siempre no siempre siendo el mismo.
Hijo, participa, vive, comparte experiencias, recuerda en esta vida gana el valiente y los valientes siempre son tercos. Participa en la vida y disfrútala.